Hace años era sábado, tal día como hoy tocaba guardia.
La vida, aún en el momento en el que más amargue la hiel del sufrimiento y la desesperanza, merecerá ser vivida.
<<Mala racha, las guardias de días previos han sido duras>> 
<<Una niña se atragantó ayer tarde comiendo palomitas y gracias al equipo de primaria, cuando llegamos nada más que dar enhorabuena nos tocó hacer>>, esas palabras fue el relevo de la compañera.

La gripe hace estragos entre personas mayores, se descompensan y todo se complica.
Revisión a fondo y reponer material que, en un aviso de última hora, había gastado el equipo saliente.
<<¡¡Aviso, salida de vía con vuelco!!>>, era tarde noche, llovizna y niebla.
Riñonera, chaleco y en poco más de un minuto camino de una carretera comarcal a 10 kilómetros. Luces deslumbran a unos niños que pasean en bicicleta y nos saludan al pasar, esas luces, esas sirenas que estasian a menores y aturden a mayores. No fueron pocas las veces que vi a una señora mayor santiguarse a nuestro paso…
Intermitentes y brazos en alto nos indican que es en un cruce tras un cambio de rasante. Allí a unos cincuenta metros dentro de un viñedo.
Somos los primeros en llegar. Y justo al bajar un chico joven de rodillas trata de despertar, trata de arrastrar a su mujer de dentro de aquel vehículo amarillo tumbado boca abajo.
Se me ha ido en la curva, no sé cómo ha sido…nervioso y con cara sangrante nos relata los volontazos y el vuelco.
<<Venimos de tomar café con unos amigos, no he bebido, no he bebido…he sacado de la silla de sujeción al niño. ¡Y mi mujer no quiere despertar, haced algo por favor, haced que se despierte…!>>
Una señora mayor sostiene a ese hijo de 2 años que llora sin consuelo. Sólo un arañazo en su mejilla y el resto, tras revisión rápida, no muestra lesiones de interés.
La mujer inconsciente atrapada boca abajo. Respira y tiene pulso. 
Saturación baja y pulso débil. Sangra abundantemente por herida en pierna izquierda.

Llegan bomberos y mientras proceden a extricar cogemos vía en mano que sale por ventanilla.
Me corté, me arañé el antebrazo derecho mientras sostenía aquella vía. Reponer volumen y la compresión de la herida se hacía prioritario.
Huele a gasolina, huele a hierro, ese olor a sangre, ese olor a sangre mezclado con sudor y barro. Era noche de niebla y frío, sudábamos…
Collarín y a colchón de vacío.
<< Vamos a intubar >>, con luz de focos todo va rápido, todo sale bien. A los pocos minutos su tensión arterial se recupera y suben niveles de oxígeno en sangre.
Presenta fractura abierta muslo y tobillo catastrófico.
Viene el Soporte Vital que trasladará al chico junto a su hijo acompañados por un equipo de primaria.
Las pupilas de la chica son de igual tamaño, reactivas. No presenta TCE de importancia. Si trauma torácico con posibilidad de fractura costal múltiple.
No hemos sedado y al inicio del traslado pelea con el tubo, quejidos, buena señal…
Sedación, analgesia y control de volumen.
Sonda nasogástrica y vendaje son los últimos cuidados ya de camino.

Llega estable y marido e hijo en brazos la esperan. No han querido entrar sin darle un beso al pasar…
<<Hemos discutido, veníamos chillando por una tontería, lo siento cariño, lo siento, lo siento…>>. Lágrimas de pena, lamento tardío en la puerta de aquel hospital.
Al entrar de guardia el día 2 de enero consulté la historia clínica de la chica, seguía ingresada, fuera de peligro y tres intervenciones a sus espaldas.
Fue una discusión, fue una distracción, fue un motivo sin motivo lo que puso una vida en el filo, la que estuvo a punto de costar la vida a aquella chica.
Ganamos, ganó y fue una lección. 
Y así otra batalla y así una profesión.

Mi mamá me mima.Esta es la historia del amor incondicional de una madre y la mala cabeza de su hijo.

Tres cosas hay en la vida decía la canción…Salud, dinero y amor…Y las tres las puedes perder por tu mala cabeza.
Y aquella tarde aquel chico perdió salud, dinero y sólo el amor de aquella madre le salvó de perder la vida.
Nos activaron por varón en estado de agitación.
Sobre la mesita de noche dos botellas vacías de alcohol, mil colillas, latas vacías de coca cola, cocaína…
Por el suelo trozos de bolsa de plástico y gomas de envolver los gramos de droga.
Un amasijo de ropa y comida amontonada en una esquina decoran la habitación. El olor lo pone una densa nube de humo.

35 años y admite haber consumido cocaína 48 horas ininterrumpidas. 
La madre mantiene la calma, a pesar de un golpe evidente en mejilla derecha y labio superior sangrante, <<me ha golpeado al darse cuenta que he tirado por el fregadero lo que le quedaba de cocaína>>. No quiere ni escuchar hablar de agresión ni denuncia, <<es mi hijo y lo quiero>>.
<<El viernes me quitó las llaves del coche y dice que lo ha vendido. Le han dado 3.500€ que se ha gastado en dos días…>>.
<<Me lo debías, todo hijo tiene derecho a disfrutar. Tienes la obligación de pagarme y eres una puta que me ha robado 1000 € de farlopa. ¡Ojalá te pudras, ojalá te mueras! >>.
La sangre se agolpó en mi cara, la mala leche y las peores emociones me invadieron. Lo siento, admito que tratar a aquel hombre era lo que menos me apetecía. Fueron segundos en silencio que me obligaron a hacer uso de la concentración más plena para hacer correctamente mi trabajo, me costó, lo admito, pero lo conseguí.
Retiramos a la madre para curar su labio y tranquilizarla.

Agitado y refiere dolor precordial intenso. Sangra por ambas fosas nasales.

El monitor indica la taquicardia y sus pupilas como platos no dejan lugar a dudas…

Sudoroso, pálido, ha vomitado. No sabe la cantidad de “pollos” que ha esnifado y fumado mezclados con heroína.

Si queremos saber nos dice que contemos los plásticos y gomas. Cada goma un pollo, un gramo.
Hipoglucemia e hipertermia.

El ECG nos alerta, hay elevación de un segmento, ese ST que puede ser compatible con infarto agudo. En el contexto de consumo excesivo es difícil hacer diagnóstico diferencial, así que vía y tratamiento de síntomas, intoxicación y posible infarto.

Activamos Código Infarto y traslado rápido. 

Durante el traslado se tranquiliza y trata de convencernos que ha sido algo esporádico. Que tiene derecho y su madre obligación.

Su padre murió en un accidente laboral y el dinero de la indemnización es para darle mejor vida a él, su padre dio la vida para que él disfrutara la suya y su madre no tenía derecho a robarle su felicidad…

Otro ojercicio de autoconocontrol intenso me hizo falta para seguir escribiendo en la historia clínica sin perder el foco, la salud de aquel desagradecido desagradable. 
Al sacarle sangre me pregunta que cuánto gano por hacer mi trabajo, por hacer un trabajo de mierda… No le respondí.
Su actitud altanera, chulesca va en aumento.
<<Tienes un infarto y tienen que hacerte un cateterismo >>, le comenta la médico. Y justo ahí tomó consciencia de su situación real. 

Su chulería torna en silencio y lágrimas…<<¿Dónde está mi madre?>>.

Al llegar informamos a la madre que nos acompaña junto a la camilla mientras agarra la mano de su hijo…ahora la quiere, ahora su madre es lo que más quiere en este mundo.
Le informamos que tenemos que presentar parte al juzgado por sus lesiones y nos dice que hagamos lo que tengamos que hacer, ella negará la agresión y punto.
La intervención confirma obstrucción, infarto agudo de miocardio.
No volví a saber de ese chico, no sé si aquel stent abrió no sólo su corazón sino también su cabeza. Aquella mala cabeza que, de no haber sido por el amor incondicional de una madre, le hubiese llevado a la parada y probablemente a la muerte…
Y así otra batalla y así una profesión.

Digiriendo emociones.
Fue aquel aviso que derrumbó mi coraza, abrió mi corazón y cambió la percepción de mi trabajo.

Fue una niña que se nos fue.

Fue una carta que le escribí, “Carta de un enfermero a un Ángel” y  que puedes leer en este mismo blog.

Fue agosto y fue un aviso de pesar, de dolor interior que molestó y fatigó mi ánimo.

Fue el inicio de mi YO actual, este que viene a relatarte esas emociones que vivo al subir en esa ambulancia.
Fue pena y fue el mayor acto de aprendizaje que jamás viví y que a día de hoy, al escribir estas letras, sigo viviendo.
Fue entender y hoy es compartir para que entiendas.
Fue entender emociones. Tras aquel aviso la pena se apoderó de mi cabeza. Lloraba sin saber, sin entender motivo.
Fue tomar una decisión. Leer, estudiar, era hora de buscar la causa y poner punto y final a ese agua salada en mi mejilla.
Fue entender que debía tomar consciencia de lo que aquella noche sentí y de lo que, a día de hoy, me despierta pensar lo vivido en aquella habitación.
Fue al principio enojo, culpabilidad, tristeza, preocupación, resentimiento y dolor.
Fue, a continuación, alegría, cariño, agradecimiento y seguridad en mi mismo.

Fue aprender que fueron emociones normales y necesarias para evolucionar. Sé que todas forman parte de una consciencia emocional plena y madura.
Fue aprender a revisar lo que siento tras cada aviso, lo que me despierta. Darle nombre y grado de intensidad para poder compartir contigo.
Fue entender que he de reconocer, aceptar y respetar mis propios sentimientos conforme aparezcan en mi vida.
Fue comprender que superaré los momentos más difíciles si soy capaz de enfrentarme a ellos tratando de entenderlos y nunca negando u ocultando lo que cada batalla perdida me generó de frustración y dolor.
Fue saber que sentir no es malo ni bueno. Sentir es vivir y no he de juzgarme por sentir. Simplemente aceptar y canalizar.
Fue practicar. Ser consciente de mis emociones me ayudó a poder hablar sin tapujos de mís sentimientos. Me ayudó a comunicarme contigo. Me ayudó a gestionar con más eficacia conflictos. Me ayudó a superar momentos y sentimientos difíciles de digerir.
Fue un cambio, fue un camino. 

Traducir todo lo sentido, emocionado y vivido en lecciones que me son útiles a mi y que quizá sean útiles a otros compañeros que algún día vivan o hayan vivido una pérdida, un aviso similar al mío. Ojalá ayude a alguien, ojalá leer esto te ayude a ti. Ojalá ningún otro pase por lo que pasé.
Y así convirtiendo dolor en utilidad me siento pleno, me siento feliz.

Y así aquella batalla que fue pena transformada en felicidad.

…y habrá quien le pueda llamar magia…
Ese es mi YO actual, ese que te cuenta soy yo.

Elegidos por la fortuna.
Y otra vez era lunes y otra vez sería día de agua y nieblas.
Y hoy me vino a la memoria aquella mañana de invierno del 2009.
Era otra base, no era mi base habitual. Revisando la ambulancia de repuesto, la de diario se había averiado la noche anterior, cosa de poco. Material y medicación en su sitio, tocaba tomar el segundo café…la cafetera terminaba cuando sonó aquella melodía de aviso…
Un árbol ha caído en la puerta de un colegio y ha atrapado a varios niños…
Y todo es rápido, todo es correr, con cabeza fría y corazón caliente correr…
Hay avisos, hay llamadas que te escogen el alma y estrujan el estómago. 
Es un pueblo cercano. Prisas y recopilación de datos por el camino… Son tres niños de infantil y una madre atendidos por policía local, una niña parece estar en estado grave.
Al ponerme aquellos guantes no pude evitar pensar en mi propia hija. Aquellos tres niños, mis propios hijos y sus mochilas de Dora y Pokemon…Los niños miran hacia sus propias demandas, todo gira entorno a sus propias necesidades sin ir más allá, en ese momento esos niños ponían su necesidad más básica, la vida, en nuestras manos.
Los hombres toman tanta o más consciencia de demandas y necesidades ajenas, seres queridos y su entorno se convierte en su centro de visión, esos niños eran en ese momento nuestros seres queridos, eran nuestro único foco. 

Tumulto de gente entorno a un árbol gigante caído sobre unos bancos. Mochilas por el suelo, paraguas y carreras de profesores y padres. 
Tumbada en un soportal del colegio una niña y su madre llorando a su lado.

Dos niños a escasos metros presentan heridas leves. Una pequeña herida en cuero cabelludo de un niño rubio que empapa cara y chándal blanco. 
El otro niño sufre crisis de ansiedad y resto sin hallazgos.

La mujer presenta heridas en cara y cuello que no revisten gravedad.
<<¡La niña, Alberto ven!>>

La niña inconsciente tumbada sobre un chaquetón infantil y su cabeza sangra abundantemente. 
Inconsciente, constantes dentro de la normalidad. Compresión con gasa del sangrado…y su madre en estado de shock agarra su mano…

Saturación y ritmo cardíaco también indican cifras de normalidad cardiorespiratoria.
Sufre un TCE frontoparietal sin signos de fractura. Sus pupilas reaccionan a la luz y son de igual tamaño, otro signo de esperanza. 
Vía y revisión rápida de trauma sin otro hallazgo.
Collarín, vendaje local de herida y al colchón de vacío.

Al levantarla emite un pequeño gemido que nos suena a música celestial. Del quejido al llanto enérgico. Consciencia recuperada y <<¡Mamá, mamá >>, madre e hija se funden en un abrazo que hace recuperar ánimo a la madre.
Lágrimas en el resto de padres y madres presentes, un <<Ay, Dios mío que alegría>> resuena a mis espaldas…
Al pasar junto al árbol nos percatamos del tamaño de las ramas, han partido en dos un banco. ¡Increíble que sólo haya sido cosa de arañazos y unas lágrimas!
De camino la niña se tranquiliza nos habla de sus notas, de sus gustos y de que de mayor quiere ser médico. Inquietud de una niña de 10 años resuena ese día en nuestra oficina…sonrisas de camino.
Fue un día de ganar, cuando apuntaba a perder, ganamos.
Aquel día la fortuna vino a visitarnos, vino a visitar a aquellos niños de la fortuna.

Y así otra batalla y así una profesión.

¿Y dónde coño vas a esa velocidad por el centro de la ciudad?
Tus prisas no merecen ni un ápice de sufrimiento. Las suyas destrozaron dos vidas aquella noche…

Consciencia, deberíamos tomar consciencia…Hay prisas que matan. Y un coche en manos de las prisas es un arma que ejecuta personas.
¡Aviso!, otra guardia movida era aquella de aquel festivo de aquel diciembre 2013.

Atropello en vía pública, mujer con posible fractura de pierna, fue el aviso que el compañero nos contó justo antes de echar a andar.

Y las prisas, las sirenas y las luces nos ponen en marcha, marcha rápida, nosotros si teníamos prisa…
Camino de aquella calle estrecha que sale de una rotonda cercana nos ponemos guantes y comentemos como siempre las posibilidades del aviso. En esa calle es imposible coger velocidad, está bien iluminada y señalada.

¡Me ha matado!, este chico me ha matado…

Señora joven semisentada sobre piernas facturadas por diversos sitios. La derecha prácticamente amputada, sólo las medias y algo de piel sostienen un miembro catastrófico…
Me duele…Vía del 18 y Fentanilo intravenoso le traen esa analgesia que le consuela y no le tranquiliza.

Llora, las lágrimas brotan cuando mira hacia abajo y toma consciencia de su estado.
A escasos metros un chico joven de camiseta blanca y manos en la cara no se explica lo que ha sucedido…¡Ha sido sin querer, el coche se me ha ido en la rotonda, lo siento, lo siento…!
Revisión de trauma confirma fracturas múltiples en ambas extremidades inferiores al ser arrastrada y atropellada contra una pared. Resto, salvo alguna herida leve en manos, sin interés. No sangrado abundante.
TA baja, 115 latidos, frecuencia respiratoria elevada.

Alineamos y vendamos extremidades.

Pasamos volumen, más analgesia, analgesia que mitiga dolor y no pena, lágrimas y más lágrimas…ansiolítico,inmovilización. Camilla cuchara a colchón de vacío y a la ambulancia.

El chico confiesa que iba rápido, llegaba tarde…
Aquella noche, aquella prisa amputó una pierna y destrozó una vida de un chico joven que tenía, tenía prisa por llegar…

¿Y de verdad hay prisas que merezca la pena tanto dolor?..

Aquel chico de 20 me contó hace poco sus 4 años de arrepentimiento. Abandonó la carrera y las prisas…su vida se vino abajo y aún no ha levantado cabeza.
Tienes permiso para compartir, si crees que no hay prisas al volante que merezcan ese dolor, puedes compartir.

Y así otra batalla y así una profesión.

Quizá y solo quizá algún día a ti pueda contarte lo mucho que aprendí aquella noche en que nos dejaste…Y quizá, sólo quizá, tú puedas contarme lo mucho que hayas aprendido allá en el cielo…
Hoy recuerdo a una persona, o quizá recuerdo a muchas. Tantas como vidas se nos fueron. Tantas como mordiscos de la vida guardo en el zaguán de la memoria.
Hoy recuerdo a Juan, Pedro, Dolores, Lola, Guille, Andrea, Ascensión, Carmen, Felipe, Carlos…

Hoy recuerdo a una persona que nos dijo que tenía miedo a morir entre desconocidos y murió…
Al despertar me vinieron a la mente un “colage de caras”, una mezcla de rostros y una persona.
Era domingo de madrugada y entrábamos en un domicilio cualquiera de ese pueblo cualquiera donde una persona especial se ahogaba.
Por el pasillo, olor a colonia de niño y calor que se agradecía aquella noche de niebla fría…
Disnea intensa, cianosis, sudor frío que recorría su frente y hacía charco en el hueco que hay entre garganta y pecho.
Afebril, glucemia dentro de valores normales y tensión arterial por los suelos…
Sus ojos abiertos y aquellas bocanadas con las que trataba de morder el aire que se negaba a entrar en su pecho. A ese pecho inundado de líquido y tumor. 
Le incorporamos, sentado con tres almohadas. Aerosol, Corticoides, Seguril, Morfina…
Y aquella persona mejoraba…su frecuencia respiratoria bajaba y el color azulado dejaba paso al rosa pálido.
Fue entonces cuando reparé en sus hijos al pie de aquella cama inmensa de madera nogal…duscutían…
Discutían sobre la conveniencia de llevarlo al hospital o dejarlo en casa. Hablaban con la médico sobre el proceso terminal en el que se encontraba su padre.
La voz volvió a sus labios y la mascarilla le estorbaba…<<Quítame esto por favor>>.
Las fotos de aquel cuarto decían que había jugado al fútbol como profesional. Di Stéfano y él, él y Gento y Puskás…El Real Madrid de los años 60/70 desperdigado en fotos por mesita y cómoda. No podía creer lo que veía y el técnico me señalaba y susurraba…había sido jugador del mejor Madrid.
Recuperó plena consciencia y se afanaba en hablar pese a nuestros intentos por invitarle a no realizar esfuerzo,se empeñaba en hablar, tenía que contar…
<<No quiero ir a ningún sitio. Ya me encuentro mejor y sé que me queda poco. ¡Dejadme morir en paz!. Mañana os volvéis a Madrid y yo, si sigo vivo, quiero seguir solo, como llevo los últimos 10 años>>
<<Tengo miedo, miedo a morir entre desconocidos. No es miedo a morir. Quiero morir, quiero ir al cielo para abrazar a mi mujer, a mis amigos. Quiero morir porque sé que al morir voy a ir al cielo y allí aprenderé todo lo que aquí dejo en el tintero de la ignorancia>>…
Un hijo partidario de hospital y una hija partidaria de dejarle en casa, abandonaron la habitación para tomar la decisión más conveniente.
Su corazón latía a ritmo rápido y aquellas extrasístoles indicaban que comenzaba a fallar.
Durante un rato contó parte de su vida, esa parte de la que hablaban las fotos. “Soy del Madrid y este del Barça” le dije…y su cara tornó, durante aquellos minutos, en felicidad de antes. Su memoria le situó a punto de salir al césped y sus palabras denotaban alegría y orgullo de lo vivido. Pases, goles y una defensa de hierro de la cual él formaba parte.
Estasiados y él era aquel de pantalón corto, aquel hombre moreno y alto de las fotos en blanco y negro. No duró mucho, pero sé que fueron minutos de entusiasmo y esa felicidad suave se veía reflejada en su rostro.
<<Sí, me muero, lo sé, pero quiero hacerlo en mi casa y mis hijos poco tienen que opinar. Los quiero y si me quieren debieran de respetar mi decisión>>…
La fatiga volvía a su cuerpo y su dificultad respiratoria se hizo más Intesa. Vuelta a la mascarilla y oxígeno a alto flujo…más Seguril, más mórfico…se iba…
Al hospital, fue la decisión de la familia, una vez la consciencia había abandono a aquel hombre que instantes antes jugaba en la defensa del mejor equipo del Mundo…
Aquella misma noche se fue.
Nos dejó y esta mañana me vino a la memoria.
Recuerdo mezclado con Carmen. Vidas plenas que tratan en sus últimos momentos de dejar legado de lo vivido y que mil veces somos nosotros, los sanitarios, los depositarios de dichas reflexiones de última hora. Yo las guardo, para mi es oro puro que me ayudan a gestionar una vida a medio camino. A medio camino, quizá de ese cielo y ese abrazo con ese “colage de personas” de las que tanto aprendí y a las que tanto tengo que agradecer.
Todo mi cariño a esas personas, a esas historias a esas reflexiones que lavo junto a este mar…
Y así otra batalla y así una profesión.