Un niño de los de antes 

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Un niño de los de antes que fui yo, que pusiste ser tú.
Un día me preguntaba mi hijo que por qué no sabía jugar a la Play, si era de lo más normal y yo también había sido un niño…

Fue una charla larga, llena de preguntas de Pablo y respuestas que me llevaron a otra época…
<<…Nací lejos de aquí, un verano de 1972, un verano de calor duro y seco en el interior de la provincia de Málaga. Fue en un pueblo blanco y bonito llamado Villanueva de Algaidas.
Y fue mi abuelo José, quien montado en el mulo Valeroso, el que se acercó desde el pueblo al campo. A Zamarra, que así se llama el lugar donde me crié, a decir a mi padre que su primer retoño había nacido sano, delgaducho y renegrido.
Mi padre con sombrero de palma blanco y la horca en la mano aventaba una palva de trigo en la era…aquella era sería mi primer parque infantil.
Y el niño salió tragón, una lata de leche NAN cada dos días suponía la mitad del jornal de un padre cuyo único patrimonio eran sus brazos y sus ganas.
Infancia temprana en un cortijo. Cabras, gallinas, un gallo que me picó en mi ceja izquierda y cuya cicatriz aún me acompaña. Arroyos de agua fresca y continua. Olor a cuadra y conejos.
Un perro pastor alemán mi primer amigo.
Animales, huerta, almendros, cereza roja, peras, manzanas…y las uvas como perdición…
Tirachinas, escopetas de caña, canicas de barro cocido, palos y piedras mis primeros juguetes.
Pero no todo era aventura y juegos.

Aceitunas y más aceitunas. Mañanas de frío que congelaban mis orejas y traían los dichosos sabañones. Padrastros en los dedos y barro que clavaban mis pies a la tierra, era pánico a ser engullido por un humedal.
Cántaros de agua desde el caño a la casa, lavar en el arroyo…todo se hacía a fuerza de brazos e ingenio. Todo costaba algo, nada era gratis y su precio era el sudor.
Arrancar garbanzos en las mañanas, muy de mañana, es el trabajo más penoso que recuerdo. Dedos desollados y espalda rota.
Quitar piedras, escardar, regar, quemar leña, desvaretar, cavar olivos…
Recogida de aceitunas y mil tareas de campo al salir de clase, ya viviendo en el pueblo, me impedían ir a jugar al fútbol, no sé jugar a casi ningún juego colectivo, ayudaba en los ratos libres, no había otra y no me siento traumatizado por ello, más bien tremendamente agradecido.

Un abuelo de chistes, historias y dichos me abrió los ojos a un mundo de muy antes. Él nació en 1905 y su vida fue bastante más difícil que estaba siendo la mía, por eso te entiendo Pablo, por eso entiendo que me digas que los tiempos han cambiado y por eso tú tienes lo que yo no tuve. Me alegro por ello.

Pero déjame que te diga que hay una cosa que no ha cambiado, sólo aquel que suda lo que tiene aprende a valorarlo en su justa medida.
Aquel sudor de niño de antes me hizo aprender a valorar lo bueno que me da la vida.
Me hizo aprender a valorar tu esfuerzo.

Me hizo aprender a exigirte para evitarte frustración y dolor futuro.

Me hizo fuerte, no Superhéroe, pero si fuerte y con ganas de salir adelante poniendo sobre la mesa sudor y esfuerzo >>
Un niño de antes que hoy es un enfermero de batalla y narra sus vivencias en el libro Batallas de una ambulancia que ya está a la venta en este blog.

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6 comentarios
  1. Paz
    Paz Dice:

    Estupenda descripción de recuerdos y sentimientos…ademas de escribir bonito,escribes verdad .Me ha encantado el post,pero no encuentro el botón de “Me gusta “

    Responder

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