Fue un accidente, parecía amor.

Y otra vez el techo de la ambulancia hizo establecer prioridades.

Y otra vez hizo valorar lo que realmente importa.

En esas situaciones donde la vida te pone en un brete, cuando piensas que hasta ahí llegaste, justo en ese momento surge tu balanza de medir y sopesar prioridades.

Lo que sí y lo que no merece la pena te aparece meridiano.

En esas situaciones donde las escamas de tus ojos caen como hojas en otoño y la realidad cruda y dura te hace tragar soberbia y banalidad en segundos.

Era madrugada sin luna y noche fría. Era invierno y tocaba guardia de 24 horas.

¡Chicos aviso!, ¡Salida de vía con vuelco en la Autovía a la altura de la gasolinera, dos atrapados!

 Van bomberos de camino…Al pasar en sentido contrario para dar la vuelta vemos el coche volcado en sitio peligroso, una curva a derechas con poca visibilidad…Nadie había parado, ni siquiera un todoterreno que vimos frenar para mirar y continuar…al llegar no ha llegado Guardia Civil ni bomberos. Somos los primeros.

Tras colocar la ambulancia protegiendo aquella curva y nuestro conductor dedicado al tráfico, nos acercamos de cara al vehículo.

Volcado sobre el lado del acompañante y estable, ocupa el carril derecho y parte del arcén. Zona segura.

Dos jóvenes atrapados, un chico consciente es el conductor sujeto en el aire por el cinturón de seguridad. De acompañante una chica inconsciente.

 

“¡Mi novia está muerta, mi novia ha muerto y yo la he matado!”

 

Chilla, llora y forcejea para soltar cinturón. Conseguimos tranquilizarle. La chica respira…

Llegan bomberos y tras estabilizar adecuadamente el vehículo los extrican en minutos.

Primero el chico con heridas en cara, manos y antebrazos. Glasgow de 15 tras revisión rápida de trauma sin hallazgos significativos. Ansiedad, angustia y lágrima pura.

La chica inconsciente, respira y pulso radial es la valoración una vez consigue acceder a ella el primer bombero.

Collarín y al tablero con Dama de Elche.

Pupilas isocóricas medias reactivas, sin signos evidentes de TCE.

TA de 110/72, satura 95{dd1faaa974e128bd5987fd795b61a773592e8c72189d8063a58278bb9a158e92}, normoglucémica, afebril.

Vía del 18, saco sangre y fisiológico de mantenimiento.

Otra vía y activamos Código Trauma que asegura una asistencia más eficiente a nuestra llegada al hospital.

En valoración más detallada no hallamos hemorragias, heridas ni deformidades, abdomen blando depresible…comienza a responder a estímulos dolorosos, va recuperando consciencia.

Se queja de dolor intenso en rodilla izquierda, dolor insoportable que remite con Fentanilo y férula da vacío.

Trata de soltarse estabilización de cabeza y abre los ojos llamando al chico.

Hacemos entrar al joven una vez hecha cura local y vendaje de heridas.

¡Yo tuve la culpa cariño, yo tuve la culpa…Perdóname!, la chica le sonríe y le tranquiliza, “tú sólo has tenido la culpa de hacerme feliz” y un beso en los labios… (fue así, no es una figura literaria para hacer de esta una historia bonita de final feliz).

La chica era alemana y tras conocerse hacía dos años por Internet vino a España a estudiar arquitectura junto a su chico. Esa noche volvían de hacer realidad el sueño de él, participar en un Casting de un conocido Reality (GH) quería ser modelo y famoso…

De camino ella en camilla y él sentado a su lado sujetando su mano y la palabra perdón entre beso y beso…

Justo en la puerta de Urgencias se volvió hacia nosotros y nos dio las gracias. Dijo algo parecido a “Ya no me interesa ser famoso, ahora me interesa ser feliz”.

A la mañana siguiente vimos en el visor que ambos fueron dados de alta tras pasar la noche en observación y un esguince de rodilla a revisar por el trauma.

 

Vivimos rápido, pensamos y actuamos igual de rápido. Éxito ligado a notoriedad, a relevancia social. Llegamos a casa cuando nuestros hijos ya duermen y nos vamos cuando aún no amanecieron…Perdimos el gusto por lo lento y las cosas que no generan beneficio económico… Y así se desprenden a veces las escamas y así a veces la vida se empeña en hacernos ver lo que realmente importa.

 

PD: No he querido quitar realidad ni añadir amor a la historia, sucedió tal cual la narro.

 

Y así otra batalla y así una profesión.

 

 

 

Y una persona se rompió
Un día escribí…”Un huevo se rompe si se trata con brusquedad”.

Y aquella noche una persona se rompió, no vio salida y buscó la única salida que pensó le dejaba la desesperación…abandonar esta vida de la mano de un sueño traidor, de un bote de barbitúricos que dictó sentencia.
Hacía más de dos hora que hizo aquella llamada de despedida a su hijo, su última llamada que quedó grabada en un buzón de voz.
En parada cardiorespiratoria, pupilas mióticas areactivas, le dimos el beneficio de la duda y peleamos, 40 no es edad para no intentar ver camino de nuevo.
Hicimos todo y más, aún a sabiendas que era tarde…Vías, sondaje, antídoto….Masaje y más masaje….era verano de noche y sudor y más sudor empapaba mis brazos, el suelo…No hubo ritmo, no nos faltaron ganas ni escatimamos esfuerzo.
No salió y allí finalizó lo que luego nos leyó su hermana…Una carta de despedida…De esa carta solo os dejo estas letras…” No me lloréis en la muerte los que en vida no me quisísteis…”

Era larga, llena de sentimiento y era dura, muy dura…y su hermana se empeñó en leerla a todos los presentes… Ella lloraba y todos lloraron, a todos nos vino ese agua salada 

Recordé estas palabras que un día escribí…

“Una persona se puede romper si no la tratas con cuidado.
Una persona no es una roca, aunque por fuera parezca un yunque, un macizo de granito.
Una persona con la que te cruces va rodeada de millones de historias tan o más complicadas que tu propia historia.

Una persona es un ser delicado aún rodeado de seguridad insultante, o quizá esa seguridad no sea más que inseguridad manifiesta.

Esa persona busca en ti respeto, quizá apoyo y cuanto menos que la trates de la misma forma que te gusta ser tratado.

Esa persona sufre, llora, ama, padece se emociona y habla consigo mismo tanto o más que tú.

¡Esa persona es un huevo que merece delicadeza!
¡Porque esa persona es ella y tú!”
Y así otra batalla y así una profesión.
Gracias por estar ahí y gracias por cuidar a quien te rodea.