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Vida, ninguna vida es fácil de explicar

Pasado el tiempo aprendí, ninguna vida es fácil de explicar y la mochila emocional de cualquier persona puede pesar tanto a más que la mía propia.

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Con el tiempo aprendí que no hay una sola vida que sea fácil de explicar.

Cuando era joven todo iba rápido, la vida era blanco o negro, sí o no. No tenía tiempo para entender motivos ajenos, con mis motivos me bastaba. El mundo era ese trozo que rodeaba a mi YO.

Cuando era joven tenía claro que nuca moriría, viviría eternamente y era una verdad inmutable que me hacía invencible. Aún pienso a veces que viviré eternamente, será porque aún soy joven o porque la madurez tarda en llegar a mi cabeza.

Cuando era joven sólo mis problemas tenían importancia, nadie tenía problemas más importantes que los míos, y si los tenían no me importaban en absoluto…el mundo era YO.

Y pasaron los años…y las dudas, los por qués y los grises llegaron a mi vida. De pronto me di cuenta que me rodeaban personas. Conocidos desconocidos a los que nunca había prestado más atención que la debida por educación. Sus motivos me habían pasado desapercibidos, sus historias simplemente no habían existido si yo no había formado parte de ellas. Mi mente se abrió a ese trozo de mundo que no era Yo.

Y pasaron los años…y entendí que a cada persona que me rodea le acompañan tantas o más historias que a mí mismo. Sus vidas y la mía se han entrecruzado en una suerte de “TimeLine vivencial” de forma que todos formamos parte de la historia de alguien. Todos somos el secreto de alguien…

Y pasaron los años, y entendí que el mundo ya era mundo mucho antes que Yo formase parte de él y que sin mi seguiría siendo MUNDO. Acepté que quizá moriría y  mi paso por él sería una anécdota circunstancial, un detalle sin más importancia que el recuerdo guardado por aquellos que me quisieron. Quizá por aquellos que en su día me fueron invisibles.

Y llegó el día en que mi sesera repleta de soberbia entendió que todos tenemos luces y sombras tan o más difíciles de explicar que mis propias luces. Yo no soy luz y tú no eres sombra, a todos nos acompañan grises en algún momento de nuestras vidas.

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