¡Sólo quiero que mi hijo viva, lo demás no me importa!
¡Sólo quiero que mi hijo viva, lo demás no me importa!
Una noche de fiesta, una mañana de lamentos…
Volvíamos de atender un síncope recuperado en señora de 80 años…Dolores vivía sola y se había sentido mal. Nos abrió la puerta y tras media hora de charla sus males habían desaparecido. “¡Qué alegría ver entrar a cuatro chicos por la puerta!” Fueron sus palabras de bienvenida…
De camino a base, un ejército de zombis, unos risueños y otros no tanto. Era sábado de fiestas y la noche había sido larga, salía el sol y los jóvenes se recogían entre risas y algarabía.
Y la noche de alcohol se cobró su peaje de sangre y lágrimas.
Sonó el teléfono, sirenas y luces sacaron del paseo tranquilo a muchos.
“¡Joven inconsciente tras agresión en vía pública!” nos comenta el compañero que ha cogido el aviso.
Al llegar a la plaza, un chico de 17 años sangra tendido en el asfalto, jóvenes discutiendo, sentado en un banco dando voces y escupiendo sangre otro joven…
“¡A Sergio le han dado un botellazo en la cabeza y a Pablo en la boca!”, nos dice nada más llegar aquella chica con lágrimas y sangre en sus manos.
Tumbado en Posición Lateral de Seguridad, Sergio se encuentra inconsciente, pupilas midriáticas, reactivas lentas, herida inciso-contusa de unos 15 centímetros en zona frontoparietal derecha con deformidad craneal evidente. Sangrado abundante por herida y otorragia derecha. Respiración entrecortada y superficial a 30 rpm.
El monitor indicaba pulso de 115 lxm. , saturación del 80 {dd1faaa974e128bd5987fd795b61a773592e8c72189d8063a58278bb9a158e92} y tensión arterial de 160/89. Ritmo de taquicardia sinusal.
Guedel, collarín, dos vías del 18, intubación rápida con tubo del 20, vendaje capelina sobre herida, nasogástrica que drena contenido gástrico oscuro compatible con bebida alcohólica que refieren los amigos ha tomado.
El equipo de primaria atiende a Pablo, trauma facial, conmocionado y desorientado, le faltan dos piezas dentales y presenta herida incisa en labio inferior.
Mientras atendemos a su amigo se acerca y entre sollozos nos relata lo sucedido…un grupo de chavales de no más de 16 años les han increpado llamándoles “gais de mierda”, los conoce, son chicos del instituto que a menudo les llaman “empollones y parguelas maricones”.
“¡Se veía venir, esto se venía venir, nos hacen la vida imposible y nos habían amenazado con darnos una paliza! … Te quiero Sergio, por favor no te vayas”
No ha habido discusión ni pelea previa. “Cuando hemos oído sus insultos venían de espalda, he notado el botellazo y no recuerdo más”.
Sergio se desestabiliza, su tensión se dispara y entra en taquiarritmia. Comienza a agitarse…sedación, analgesia, relajación, se estabiliza…puente holandés y al tablero.
El hospital se encuentra a 5 minutos y no tardamos en llegar tras activar el Código Trauma, que asegura una atención especializada a nuestra llegada.
Directo al TAC…
Mal pronóstico, las lesiones revisten gravedad y su estado es crítico.
Pablo es atendido en un box mientras relata a la Policía lo sucedido.
Al salir un grupo de jóvenes, un grupo cualquiera de aquellos “zombis” sonrientes, llora.
Es un llanto grupal, un llanto de no entender el por qué, de rabia, quizá de ganas de venganza.
Sus padres se acercan a la carrera por la rampa de urgencias. “¿Qué le ha pasado a mi hijo? ¿Vivirá?”…Y más lágrimas, y más gritos desgarradores de una madre que ni siquiera pregunta quién ni por qué…”¡Sólo quiero que mi hijo viva, lo demás no me importa!” repite entre gritos y lágrimas…
Sergio sobrevivió con limitaciones físicas leves, lleva una vida normal.
Pasó hace años y es hoy, cuando mi hijo empieza a pedir salir con amigos, cuando más dudas, más busco el cómo evitar esa situación…y llego a la conclusión que, a veces, no sólo hay que contar con que tu hijo haga lo correcto, hay mil variables que le pueden llevar a esta ambulancia… Haré lo que esté en mi mano, confiaré en su buen criterio y aun así sé que algún día puede cruzarse en su camino un asesino, que tras una maldita noche de alcohol, le empuje a esta ambulancia y ahí desearle suerte a él y mil gracias al equipo que le atienda.
Y así otra batalla y así una profesión.
PD: En este, como en todos mis post, ni nombres ni datos clínicos corresponden con la realidad.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!