Una tarde de ira
Una tarde de ira<<Os quiero y os voy a matar>>
Si, en esta profesión a veces te quieren matar…
Tarde atardecida era aquella de un febrero lluvioso, de uno de hace tres años.
Cielo plomo desde el amanecer y llovizna que nos había calado aquella mañana atendiendo un tráfico sin más consecuencias que chapa, pintura y fractura de muñeca.
A las doce de la mañana atendimos una parada. Mujer de 62 que se había sincopado en vía pública. Una hora de intentar, pelear y que había dejado sabor amargo en el equipo tras la derrota.
Hay avisos que aun saliendo todo bien al final sale todo mal.
Perdimos y fue uno de esos avisos que te colocan pies en tierra y te bajan del pedestal de los invencibles. Uno de esos que te dan bofetada de realidad y te enseñan que no somos super y menos héroes.
Aún recuerdo una hija joven que se acercó a preguntar entre lágrimas si su madre había sufrido…
Estaba siendo maldita guardia y la cosa, la cosa siempre puede empeorar, créeme, puede empeorar…
Justo eran las 17 horas y vuelve a sonar el teléfono. <<Chicos tenemos un camión ardiendo y un señor que parece haber intentado quemarse en su interior >>…Era el Técnico el que nos lo comentaba camino de la ambulancia.
Chaleco, riñonera atada a pierna y entrada en visión túnel.
Sonido de guantes que se ajustan en manos heladas.
Sirenas, luces y otra vez a la carrera camino de una explanada embarrada de las afueras.
Un vigilante de seguridad ha apagado el incendio y sacado al conductor de la cabina donde al parecer ha intentado suicidarse.
Agachado y dejado caer sobre una rueda el camionero levanta la cabeza y nos invita a marcharnos <<Iros, no os necesito para nada. No me duele nada y estoy vivo, por desgracia estoy vivo >>.
Es un Policía quien nos comenta que, según les ha dicho, ha intentado quemarse porque ha gastado mil euros en bebida y chicas de compañía. Al parecer ha robado el dinero de la caja fuerte de la empresa y ha decidido “darse un festival” antes de acabar con su vida.
Agresivo, no colaborador. Da un salto para levantarse y encararse al policía que en ese momento habla por teléfono con la mujer…<<Tengo 54 años y puedo hacer con mi vida lo que me de la gana. Ni vosotros ni mi mujer me vais a obligar a vivir >>
Le conseguimos tranquilizar tras hacerle ver que queremos ayudarle. Tras ponerme gafas y guantes de seguridad, la experiencia nos puso en alerta, me acerco y consigo que hable, ya menos exaltado.
Nos cuenta que lleva un año sin probar una gota de alcohol, que su vida no tiene sentido y que no ama a su mujer sino a una Diosa del más allá, esa cuya voz le dice que su vida tiene un fin al otro lado. Ha de hacer caso a esa voz interior y ha de partir al otro mundo para cumplir una misión.
Según comenta la mujer al médico por teléfono, toma Antabus, ese fármaco usado para el tratamiento del alcoholismo.
Alcohol y fármaco ha sido una bomba que ha despertado un brote de esquizofrenia, la sufre desde la adolescencia.
Conseguimos tomar constantes que están dentro de la normalidad. En la exploración no presenta signos de quemadura en fosas nasales, ventila sin dificultad y únicamente una ampolla en dorso mano izquierda que se ha hecho con un cigarrillo.
Parece colaborador y le comentamos la necedad de llevarlo al hospital para una revisión más en profundidad. No dice nada y se deja acompañar al interior de la ambulancia.
Al intentar coger vía algo no va bien, se pone tenso <<Os quiero, os quiero, de verdad que os quiero, pero esta maldita voz…Os tengo que matar, lo siento, pero os voy a matar >>…
En previsión de lo que pudiese suceder, ya estábamos poniendo sujecciones de manos y pies, pero no dio tiempo. Mano y pierna izquierdas comenzaron a golpear todo lo que encontraban…Intenta morder, escupe, voces, barro…
Cargo Midazolam y tras reducirlo con ayuda de la policía lo sedamos con difusor intranasal.
Entra en sueño al tiempo que habla con su voz, <<Espera, espera que voy. Tengo que ir, ya dejé todo resuelto…>>…A los pocos minutos ronca camino del hospital.
Al llegar a base miro la ambulancia y otra vez un campo de batalla. Barro y sangre manchan suelo y sábanas…
Hoy si que fue una batalla y no precisamente literaria.
A veces nos toca librar estas, estas batallas contra mentes rotas, contra esa loca de la casa que decía Santa Teresa.
No son pocos los casos de chicos jóvenes cuya mente cayó en ese infierno quizá de la mano de aquellos porros de nada.
Alcohol y drogas no sólo rompen cuerpo, también desordenan cabezas y con frecuencia traen mentes rotas a esta ambulancia.
Y así otra batalla y así una profesión.
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