Sonreír sin ganas abre las ganas de sonreír
Sonreír sin ganas abre las ganas de sonreír, el apetito de ser feliz, por eso…Miraré al plato y le reiré
Crecer y perder la costumbre de la risa y sonrisa es triste, pero cierto.
Un niño siempre tiene motivos para reír, un adulto busca motivos para estar preocupado.
Sonriamos, aunque solo sea por hacer buena la teoría que dice que el cerebro reconoce el gesto de los músculos faciales durante la risa real o forzada ante un espejo y libera esas sustancias mágicas llamadas endorfinas, sustancias del placer, de lo bonito, del bienestar suave.
Ejercita los pulmones, libera emociones…
Busca el motivo, ríe sin ganas, ríete de ti o de mí.
El que ríe vive dos veces y sobre todo vive con letras mayúsculas.
Riele al espejo y si te sientes ridículo vuélvele a reír sin ganas, sin motivos…la risa atraerá el motivo, atraerá personas amables, te ayudará en tu vida personal y laboral, pero sobre todo atraerá ganas de vivir.
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